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El ejemplo de Francisco Palencia es perfecto para definir la coherencia que se debe tener cuando las piernas ya no dan más tras una larga carrera dentro del césped y el reloj te indica que es la hora exacta para el retiro pulcro, sin un araño y, lo mejor, sin generar lástimas, ensalzando la figura y no convirtiéndola en blanco de burlas y sinónimo de terquedad.
Es en ese debate entre la razón y el corazón en donde muchos futbolistas parten triunfadores, con pecho erguido, como es el caso de Palencia, pero también donde muchos deciden mantenerse a pesar de que las condiciones parecieran ya no ser las mejores, convirtiendo al implicado en un arlequín de nuestra liga, tal y como ahora sucede a Cuauhtémoc Blanco.
Convertido en símbolo de una generación, ídolo nacional hasta que llegó Chicharito Hernández a robarle el puesto, Blanco insiste en seguir jugando tras lo que, de por si, ya era un verdadero circo de tres pistas: su participación en la Liga de Ascenso, vía el Irapuato.
Cuauhtémoc aceptó ser la mujer barbuda, la atracción principal de un show que no hacía sintonía con la gran trayectoria y la exitosa carrera que este hombre había forjado en base a un gran esfuerzo.
Víctima asidua de las lesiones, con serios problemas para mantenerse en peso, poco conectado con la institución, con el circuito, Blanco fue convirtiéndose en uno más de esos futbolistas que terminan pagando el precio de su terquedad dejándose devorar por el limbo de la Liga de Ascenso, que lejos de la idea de la FMF de ser un semillero, continúa siendo un cementerio de elefantes.
Pero a Cuauhtémoc esto no le bastó. Unos dicen que por su sueño de retirarse en el América, otros que por darle un último pellizco a las dadivosas arcas del futbol mexicano, ya sin importar el color de la camiseta, pero la realidad es que ni en Coapa, al menos para esta temporada, están interesados en cumplirle el gusto al atacante, ni tampoco hay un costal de equipos dispuestos a pagar un sueldo millonario a un jugador de 38 años que ya dio todo de si.
Ahora hasta vivales como el dueño de la página de internet de citas para infieles que se montó el show de quería a Blanco como su imagen se burlan de un tipo que, si algo no merece, son lástimas y pitorreos hacia su persona, sino, por el contrario, está para los aplausos y reconocimientos.
Es hora de que Blanco se vaya, todavía tiene chance de hacerlo por la puerta grande. Y no como la atracción de un infame circo.
@rmagallan77
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