martes, 20 de diciembre de 2011

"Una historia que merece ser contada"... Damián Zamogilny.

Tenía veintiún años y un gran sueño:
jugar en Primera División. 
Aquel día me despedí de mis padres con
lágrimas en los ojos. A pesar de que en el último momento mi papá me
pidió que no me fuera, embarqué mi maleta con algo de ropa, doscientos dólares,
 y me subí al avión rumbo a México.

 Según mi inescrupuloso representante, tenía
arreglado un contrato con el club León, allá por junio del 2001, cuando todavía
participaba en la Primera División del futbol mexicano. Leandro Augusto había
arreglado su pase a la UNAM. - ‘Están en busca de un medio de contención’ - me
dijo.

Luego de varios días en Cuernavaca,
donde mis doscientos dólares desaparecieron con algunas llamadas telefónicas,
partí hacia la pretemporada con los “Esmeraldas” de León. Hasta ahí todo parecía
ir realmente bien, pero... ¡Sorpresa!... Llegando a Acapulco con el equipo, leo
el periódico y me entero que
el club tenía el cupo de extranjeros
cubierto y que de ninguna manera estaba en ese selecto grupo de jugadores.

Volvimos de la pretemporada. Ya en la
ciudad, el club me instaló en una casa cerca del estadio sin agua, gas, ni luz
(me dijeron que si quería instalarlos debía ponerlos de mi bolsillo, ja!). Mi
representante no aparecía por ningún lado, no tenía ni un peso, no tenía
equipo, no conocía a nadie. Para no preocupar a mis padres y también un poco
por orgullo, preferí no comentarles lo que me estaba sucediendo. Sólo atiné a
decirles que estaba en el proceso de “negociación” de mi contrato.

En ese momento tenía dos opciones:
regresarme a mi país derrotado por lo sucedido, engañado por ese sucio personaje
que no le importó jugar con mi carrera, o quedarme en México y por mi cuenta,
buscar acomodo en algún otro club.

Sin tener la menor certeza de lo que
pudiera pasar, decidí quedarme y
me prometí que no iba a parar hasta jugar en
Primera División.

En este punto comenzó mi peregrinar
por el futbol de México. ¿Casualidad o causalidad? alguien me vio jugar y me
recomendó con el presidente de una filial del Club América, en 2da división. Luego
de un año jugando, ya adaptado al fútbol mexicano, me contrató otro equipo de
segunda división, el Real de la Plata, propiedad del cantante Joan Sebastian.
Llegamos a disputar la final. El ascenso parecía estar muy cerca y creía que mi
sueño de jugar en primera podía concretarse pronto, pero todavía no era el
momento, perdimos y adiós al tan deseado ascenso.

Al término de aquel torneo, por un
cambio reglamentario, se decidió suprimir a los extranjeros de la 2da división.
Con el cambio de reglas, vino un gran cambio en mi vida.

Luego de ser rotundamente rechazado
por un par de equipos de 1ra “A” y con mi situación económica en caída libre, tomé
la decisión de buscar un trabajo. 
Una cafetería, una panadería y hasta un
local que necesitaba un parrillero, “Carnes Asadas Panchito”, me contrataron, aunque,
¡Nunca en mi vida había preparado un asado!; sin embargo, el horario no
me dejaba tiempo para entrenar. Necesitaba trabajar, si... pero también necesitaba
seguir entrenando.

Viendo que ningún trabajo se adecuaba
a mis tiempos, junto con mi novia (mi esposa en la actualidad) comenzamos un
pequeño negocio, una imprenta. Trabajaba, entrenaba y ya empezaba a cotizarme
en el llano! Jugaba hasta 4 partidos por semana. Campos de tierra, sintéticos,
fútbol rápido, jugaba en donde pudiera... y donde pagaran! En ocasiones viajaba
hasta 6 ó 7 horas para jugar en otras ciudades. 
Jugando me mantenía en ritmo y
cada 6 meses me probaba en 2 ó 3 equipos que me rechazaban prácticamente al
verme llegar. Pero nunca dejé de entrenar, siempre creí que algún día
iba a llegar mi oportunidad y tenía que estar preparado. Así me la llevé unos 3
años y ya sumaba 5 sin ver a mi familia!

En junio del 2006 conocí a un señor, don
Rafael López Castellanos. Me vio jugar en un partido del “llano” y me invitó a reforzar
al equipo de su empresa en un juego de preparación contra el Club Puebla. - 
¡No voy a pagarte! mi intención es que
vengas a mostrarte y que te vean jugar-  medijo. Con gusto acepté y para sorpresa de muchos empatamos a 3.

Luego de un par de semanas, con Chelís
como Director Técnico, me invitaron a hacer pruebas. Al cabo de unos días
,
Chelís me confirmó con el equipo. Seis meses después, salimos campeones del
Clausura 2006 y al año estábamos ganando el ascenso a Primera División.

Seis años después de mí llegada a
México regresé a Argentina. 
Seis años me tardé, pero volví a ver a mi
familia, a mis amigos... Volví con una medalla de campeón, con una gran
historia que contarles y por supuesto, con la excelente noticia de que el
próximo torneo iba a jugar en la Primera División del futbol mexicano.

1 comentario:

  1. Mis respetos para el Ruso Zamogilny y espero k no sigan desperdiciando a este gran jugador.

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